1 de octubre de 2009

Comillas

Por varios motivos de peso he decidido tratar el tema de los signos de puntuación de manera paulatina, por partes. Para empezar, algo fácil y común: voy a explicar qué son las comillas, cómo es cada tipo y para qué sirve cada uno de ellos. Podría ocurrir que muchos pensasen que lo saben todo sobre ellas, pero la verdad es que hay demasiadas cosas que desconocen; y eso si se molestan en pensar cuándo y cómo emplearlas.

Las comillas son signos ortográficos, y se usan tres tipos en español o castellano: las comillas angulares, también llamadas españolas o latinas  (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Según parece, la mayoría de la gente no tiene ni idea de la existencia de las angulares, aun siendo muy importantes (hechos similares son muy frecuentes, desgraciadamente). Aparte de por otras razones, disponemos actualmente de estos tres tipos por una fundamental: para diferenciar las partes entrecomilladas dentro de otras partes ya entrecomilladas; se usan las comillas angulares como primer recurso, las inglesas como segunda opción y las simples como último uso; por ejemplo: «Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”». Aunque es infrecuente necesitar tanto entrecomillado junto, si se diera el caso no tendríamos problemas si solemos emplear las angulares primero, pero si hacemos como la mayoría y usamos primeramente las inglesas (teniendo las españolas es poco recomendable y menos inteligente usar las inglesas, ¿no?) podríamos encontrarnos con problemas. Además, las comillas angulares están al mismo nivel que el resto de elementos, e incluso los abrazan cálidamente, como una flor que se cierra grácil y silenciosamente para proteger sus partes más especiales y delicadas con un abrazo suave y fresco, y por consiguiente son mucho más lógicas que las inglesas o las simples, que ambas están ahí arriba, altivas, frías, totalmente fuera de lugar, como esquivando su verdadera función.

En los teclados, por influjo de la lingüística de Estados Unidos, no vienen configuradas predeterminadamente las angulares para escribirlas con una sola tecla, así que hay que usar otros métodos, como mantener presionada la tecla Alt y pulsar en el teclado numérico (el de la derecha; ¡asegúrate de que está activado!) 174 para las de apertura y 175 para las de cierre. De todas formas, para los otros dos tipos también deberían pulsarse más teclas, ya que estos signos (" ") no son realmente las comillas inglesas, y estos otros (' ') no son realmente las simples (los códigos para escribirlas correctamente con teclado, bajo el sistema operativo Windows, son Alt y 0147/0148 y 0145/0146), sino que son las versiones simplificadas, rectas o informáticas, que solo deben emplearse en ámbitos de programación digital.

Alguien podría creer que la elección entre angulares e inglesas como primer recurso para entrecomillar es aparentemente subjetivo, y que va según los gustos y personalidad del usuario (para escribir a mano es posible que las inglesas sean más fáciles de escribir, pero escribiendo con ordenador no cuesta tanto presionar unas pocas teclas más), pero, desde siempre, en absolutamente todos los libros o cualquier tipo de texto —incluso los que están en catalán y en alguna que otra lengua más— serio o formal y de una cierta calidad se emplean como primera opción las angulares; así que, si aprecias la calidad y las cosas bien hechas, no hay duda de cuáles debes usar. Nuestra manera de expresarnos, ya sea escrita u oral, dice mucho de nosostros: debemos tener eso siempre en cuenta. Hay una diferencia abismal entre una persona que usa las comillas angulares y otra que no. Una cosa es usar las comillas inglesas en textos informales y que requieran rapidez al escribir, o en textos técnicos (p. ej., informáticos, por la programación, que se emplean las rectas), y otra muy diferente es usarlas siempre, porque sí...

Sean cuales sean tus elecciones —que espero que sabiendo todo lo que te estoy contando sean las acertadas—, hay unas situaciones determinadas para hacer uso de un determinado tipo de comillas, y esto ya es mucho menos opcional:

Para mostrar que el texto es una cita textual:
Paco dijo: «¡Al fin he conseguido dejar el tabaco!»

En obras literarias, para enmarcar los textos que reproducen de forma directa los pensamientos de los personajes.

Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial; en estos casos se puede —y se recomienda, como es obvio, para no cargar tantos usos a las comillas— hacer uso de la cursiva, que es lo que suele hacerse en textos formales y de calidad desde hace muchos siglos.

Cuando en un texto escrito a mano se comenta un término desde el punto de vista lingüístico, este se escribe entrecomillado, pero únicamente cuando no puede hacerse uso de la cursiva, la cual es siempre preferible en estos casos: La palabra «cándido» es esdrújula.

En obras de carácter lingüístico, las comillas simples se utilizan para enmarcar los significados: La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’.

Se usan las comillas para citar el título de un artículo, un poema, un capítulo de un libro, un reportaje o, en general, cualquier parte dependiente dentro de una publicación; los títulos de los libros, por el contrario, se escriben en cursiva (o, como es lógico, en redonda si el texto normal va en cursiva).

Y estas siguientes son las normas para escribirlas en combinación con otros signos:

Aunque haya un fragmento entrecomillado, los signos de fuera se escriben normalmente:
Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.
¿De verdad ha dicho «hasta nunca»?


El texto que va dentro de las comillas tiene una puntuación independiente y lleva sus propios signos ortográficos. Por eso, si el enunciado entre comillas es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación y exclamación se escriben dentro de las comillas:
Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?». 
«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.

De esta regla debe excluirse el punto, que se escribirá detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado ocupe la parte final de un enunciado o de un texto (ver el caso siguiente).

Cuando lo que va entrecomillado es el final de un enunciado o de un texto, debe colocarse punto detrás de las comillas de cierre, incluso si delante de las comillas va un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos:
«No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó.
«¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco.
«Si pudiera decirle lo que pienso realmente...». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad.

Lo mismo ocurre en los casos de la raya y el paréntesis, que también son signos de puntuación dobles; es decir, que se componen de uno de apertura y otro de cierre.

Y eso es todo, de manera más o menos simplificada o resumida... Como puede verse, he reutilizado datos del Diccionario panhispánico de dudas en línea de la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española), de consulta gratuita disponible en la página electrónica de la Real Academia Española; únicamente he intentado hacer las explicaciones todavía más fáciles y resumidas y aportar lo que me ha parecido interesante. También he actualizado contenidos basándome en la nueva revisión de la Ortografía de la lengua española, de 2010. Para mucha más información, no dudes en visitar la página de la RAE, donde se encuentran para consulta gratuita el Diccionario de la lengua española (DRAE), el ya mencionado DPD y muchos más artículos con normas y convenciones oficiales, además de utilísimas explicaciones lingüísticas.

¡Hasta el próximo artículo!

Última edición: 29 de noviembre de 2013.

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