1 de julio de 2009

Prefijos: consideraciones vitales

Aquí estoy otra vez. No pensaba escribir durante algún tiempo ningún artículo más sobre lingüística, pero estoy absolutamente harto de ver y oír tantas locuras y abominaciones, así que me he sentido fuertemente impulsado a escribir el tercer artículo sobre lingüística en mi bitácora. Ya sé que voy a conseguir mejorar la situación realmente poco, pero al menos debo intentarlo, y también me ayuda a descargar tensiones expresándome y, por consiguiente, a soportar un poco mejor este tipo de sucesos. De todas maneras, nunca se sabe cuánto puede una sola persona —o un único artículo— cambiar el mundo...

Hoy explicaré de manera muy simple y comprensible cómo se escriben correctamente los prefijos y cómo deben pronunciarse algunas letras según su contexto. Ambos temas no son complicados en absoluto, y sin embargo hay mucha confusión e ignorancia al respecto... Y con los prefijos se hacen verdaderos estropicios y abominaciones que quedan ignominiosamente patentes en la escritura y, en la mayoría de casos, impunes. Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a una base léxica (una palabra o, a veces, una expresión pluriverbal) a la que aportan diversos valores semánticos. Y es que escribir bien los prefijos es tan fácil, simple, lógico y de sentido común que precisamente por eso mismo me da tremenda rabia verlos mal escritos, lo que es tristemente frecuente; es decir, pseudounidos a la palabra principal mediante un guion (lo que carece de toda lógica e inteligencia), o separados de ella por un espacio (lo que solo en unos pocos y muy concretos casos es correcto y aceptable).

En español, como norma general, los prefijos se escriben unidos totalmente al lexema al que modifican, sin ningún signo ni espacio entre ellos.

Esa es la clave, el gran secreto que tan pocos parecen saber. Muy pocas e infrecuentes son las excepciones de la norma, y todas están perfectamente explicadas en la Ortografía de la lengua española de 2010, el Diccionario panhispánico de dudas y en la página de la Real Academia Española, además de mi otro artículo sobre los prefijos, mucho más extenso, didáctico y explicativo.

Por si alguien todavía no sabe qué o cuáles son los prefijos, o por si hay personas con buena actitud leyendo este artículo y quieren aprender más sobre ellos, a continuación expongo una lista de los más frecuentes:

a- (‘privación o negación’): amoral, anormal, apolítico, atípico, anaeróbico.
ante- (‘anterioridad en el espacio o en el tiempo’): antebrazo, anteponer, antepenúltimo, anteayer, anteproyecto.
anti- (‘opuesto’, ‘contrario’, ‘que combate o evita’): anticristo, antipapa, antiabortista, antifascista, anticonstitucional, antimonopolio, anticongelante, anticorrupción, antimafia, antiniebla, antirrobo, antivirus.
archi- (‘superioridad o preeminencia’, ‘sumamente’): archiduque, archidiócesis, archiconocido, archimillonario.
auto- (‘de o por uno mismo’): autopromoción, autorretrato, autocensura, autolesionarse.
co- (‘conjuntamente con otros’): coguionista, coexistir, copresentar, coproducción, copropietario.
contra- (‘posición opuesta o enfrentada’, ‘opuesto o contrario’, ‘reacción en contra’): contraportada, contraorden, contraveneno, contratacar, contraespionaje.
cuasi- (‘casi, no totalmente’): cuasidelito, cuasicerteza, cuasiunanimidad, cuasiautomático, cuasipolicial, cuasiperfecto.
de(s)- (‘negación o carencia’, ‘cesación o acción contraria’): desamor, desempleo, descortés, desobedecer, descoser, de(s)codificar.
dis- (‘negación o contrariedad’): disconforme, discapacitado, disgusto.
entre- (‘en medio o en posición intermedia’, ‘a medias’, ‘entre sí’): entreplanta, entrecerrar, entrechocar, entremezclar(se).
ex- (‘que fue y ya no es’): excombatiente, exjugador, exnovio, exrepresentante, exsecretario.
extra- (‘fuera de’, ‘en grado sumo’): extrauterino, extrarradio, extraterrestre, extramuros, extraordinario, extrafino, extrasuave.
hiper- (‘superioridad o exceso’): hipertensión, hiperrealismo, hiperactivo, hiperventilar.
hipo- (‘inferioridad o escasez’): hipocalórico, hipotenso.
in- (‘privación o negación’): inacción, incertidumbre, incómodo, incapaz, invendible, incumplir, imposible, imbatible, irreal, ilegal.
infra- (‘debajo de o por debajo de’, ‘inferioridad o insuficiencia’): inframundo, infrasonido, infravivienda, infrahumano, infrautilizar, infravalorar.
inter- (‘en medio de o en posición intermedia’, ‘reciprocidad, relación mutua o ámbito común’): interdental, intercambiar, interconectar, interministerial, internacional, interclub(e)s.
intra- (‘dentro o en el interior de’): intramuscular, intravenoso, intramuros.
macro- (‘grande o muy grande’): macroeconomía, macroencuesta, macroconcierto.
maxi- (‘grande o muy grande’): maxifalda, maxipantalla, maxiproceso.
mega- (‘muy grande’): megaempresa, megaestrella, megatienda.
micro- (‘muy pequeño’): microbús, microchip, micropene.
mini- (‘pequeño’): minibar, minifalda, minigolf, miniserie.
neo- (‘nuevo o reciente’): neocatólico, neoclásico, neolector, neoliberalismo, neonazi.
para- (‘similar o paralelo, pero al margen’): paraestatal, paramilitar, paranormal.
pos(t)- (‘posterioridad en el tiempo o, menos frecuentemente, en el espacio’): posguerra, posmoderno, posoperatorio, posparto, posponer, postsoviético.
pre- (‘anterioridad en el espacio o en el tiempo’): premolar, prepalatal, prebélico, precampaña, precontrato, prejubilar(se), prematrimonial, premamá, Prepirineo.
pro- (‘por o en vez de’, ‘a o en favor de’, ‘hacia delante’): procónsul, proaborto, proamnistía, probiótico, progubernamental, pronuclear, prorruso, provida, proactivo.
(p)seudo- (‘falso’): (p)seudoproblema, (s)seudoprofeta, (p)seudocientífico.
re- (‘detrás de’, ‘hacia atrás’, ‘acción repetida’, ‘intensificación’): recámara, refluir, recolocar, rehaer, requemar, recalentamiento, relisto.
retro- (‘hacia atrás’): retropropulsión, retrovisor, retroactivo, retroalimentar(se).
semi- (‘medio’, ‘a medias o no del todo’): semicírculo, semitono, semidiós, semidesnudo, semirrígido, semisótano.
sobre- (‘encima de o por encima de’, ‘en grado sumo o en exceso’): sobrepuesto, sobrevolar, sobrecargar, sobrexcitar(se), sobrealimentado.
sub- (‘debajo de o por debajo de’, ‘insuficientemente’): subsistema, subsuelo, subbloque, subtropical, subarrendar, subdirector, subdesarrollo, subalimentado.
super- (‘encima de o por encima de’, ‘superioridad o excelencia’, ‘en grado sumo o en exceso’): superíndice, superponer, superintendente, superhombre, superordenador, superpotencia, superpoderes, superatractivo, superrápido, superbién, superfino, superdotado, superpoblación.
supra- (‘encima de o por encima de’): suprarrenal, supranacional.
tele- (‘a distancia’): telebanco, telecomunicación, teledirigir, telemando.
tra(n)s- (‘detrás de’, ‘al otro lado de’ o ‘a través de’): trastienda, tra(n)sandino, tra(n)siberiano, tran(s)nacional.
ultra- (‘más allá de’, ‘extremadamente’): ultratumba, ultramar, ultrasonido, ultracorrección, ultraconservador, ultraligero, ultrasensible, ultracongelar.
vice- (‘en vez de o que hace las veces de’): vicedirector, vicerrector, vicepresidente.

Alguien en su sano juicio no escribiría jamás una estupidez como *i-legal; ¿por qué, sin embargo, pueden verse demasiado frecuentemente aberraciones como *co-productor? Es que mira que son ganas de complicar las cosas y de no hacerlas bien... Y lo peor, si cabe, es que en demasiados casos estas aberraciones y abominaciones se cometen en textos que se publican y que leerán muchas personas; por ejemplo, en los anuncios y etiquetas de las cremas antiarrugas y de cosmética en general, en los enjuagues bucales (anticaries, antiplaca, etc.), desodorantes (antimanchas, antiolor, antisudoración, etc.); en los créditos de audiovisuales como películas y series españolas (codirector, coproductor, posproducción, etc.) e incluso en algunos libros. La desidia en su forma más primigenia, evidente y abominable...

Esta obsesión por el guion es muy probable que se vea influida —aparte de por la ignorancia más profunda y evidente— por haberlo visto junto a prefijos en numerosos casos en textos en inglés (y también en portugués, francés y otras lenguas, pero la inglesa, como todos sabemos, es la que predomina actualmente, podríamos decir); es vital recordar que el inglés y el español son dos idiomas distintos y diferentes (aunque su origen sea el mismo; el origen de todo es el mismo y a pesar de esa inexorable relación hay mucha variedad...). Han ido cambiando con el tiempo, y a cada uno se le otorga sus normas y sus características, y sus usuarios tienen su manera particular de comprender las cosas. De todas formas, incluso en el inglés, que por gran desgracia no hay una entidad reguladora absoluta —como la Real Academia Española para la lengua española—, sino que hay varios organismos dando sus más o menos estúpidas opiniones, suele preferirse, cada vez más, soldar los prefijos a las palabras, prescindir del guion, a no ser que se cumplan ciertos requisitos (como digo, ellos tienen sus propias «necesidades» o puntos de vista lingüísticos).

Es de puro sentido común; los prefijos por sí mismos no sirven de gran cosa; no son palabras ni tienen un significado completo: son, como su propio nombre indica, para colocar delante, ¡así que no tiene sentido escribirlos separados de las palabras o, en un intento estúpido, absurdo e incorrecto, juntarlos mediante guiones cuando no toca! Cometer tales errores es demostrar con toda evidencia que no se entiende ni se conoce suficientemente la lengua ni ninguno sus componentes, y que además no hay ni interés por conocerla, que es la raíz de todos los problemas lingüísticos. Hoy más que nunca es intolerable, prácticamente un crimen, no conocer —ni querer conocer— el código con el que más nos comunicamos, ya que disponemos de bastantes obras dedicadas a su estudio, algunas de ellas gratuitamente, como las que tiene la Real Academia Española en línea; por consiguiente, no hay excusa aceptable: es, simple y llanamente, pasión por la ignorancia, culto de la necedad, la desidia más enorme...

En definitiva: no es comprensible por qué tanta gente tiene esa manía visceral, con lo simple que es; más fácil y obvio, ¡imposible! No hay que estudiar una carrera para no errar de esta manera, ni es necesario saber mucho de lingüística; solamente es imprescindible saber que no hay que colocar guion ni ningún otro signo —incluido el espacio— entre el prefijo y la palabra, salvo en casos en los que se den estas excepciones que digo, que sabemos que son muy infrecuentes y que tampoco se va a morir nadie por saber cuáles son... En fin, debe de ser que les gusta colocar guiones en todas partes, o que se consideran personas muy rebeldes y libres (pobrecitos...); aunque la innegable verdad es que son unos completos necios (‘ignorantes y que no saben lo que podían o debían saber’)... ¿Tanto cuesta escribir bien? A mí no me cuesta nada en absoluto; es más, me da mucha satisfacción y felicidad. Hasta deberían recetar conocer muy bien la lingüística en todas las escuelas, institutos y hospitales como terapia básica y primera para curar muchos males, tanto personales como colectivos (entre ellos la abismal y pegajosa ignorancia que reina en la sociedad todavía hoy).

Véase también

Prefijos: normas y excepciones

No hay comentarios:

Publicar un comentario